Nuevamente asistimos al bombardeo mediático de la “campaña solidaria” de las “27 horas de amor”, ante lo cual reafirmamos ante la opinión pública lo dicho hace 2 años:
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Somos más de 2 millones y medio las personas en situación de discapacidad en Chile. De las que están en edad de trabajar, el 90% no tiene un trabajo remunerado, y de las que trabajan sólo el 1% lo hace con un contrato. Entre los pobres la discapacidad es cinco veces mayor que entre los ricos, siendo nuestro costo de vida cuatro veces superior al de una persona sin discapacidad. Sólo el 50% de nosotros logra terminar la enseñanza básica.
El Estado chileno no se hace cargo de su deber de garantizar nuestros derechos; a pesar de haber ratificado hace años la Convención de la ONU sobre los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, y promulgado en 2010 una Ley de Igualdad de Oportunidades e Inclusión Social. Al contrario, las políticas públicas son insuficientes, y cuando se ejecutan son de carácter asistencialista y paternalista, carentes de racionalidad y eficacia.
Así, el abordaje de nuestras necesidades queda librado a una industria benefactora privada, que ha constituido un mercado del asistencialismo en donde las personas pasamos a ser meros objetos de caridad, quedando relegadas como mercancías de iniciativas empresariales. En este esquema, tanto en el Estado como en las empresas benefactoras, nuestra opinión no cuenta, siempre son otros quienes deciden por nosotros.
Esta forma de abordar la discapacidad es coherente con el modelo neoliberal impuesto en el país, el que, al centrarse fundamentalmente en la competitividad y la maximización de utilidades, produce hacia nosotros discriminación económica y política, social y cultural, condenándonos a ser siempre perdedores en la disputa por recursos y/o discursos. Esta es la causa real de la discapacidad y no un cuerpo, un sentido, o una racionalidad distinta.
Las campañas benefactoras como la que hoy enfrentamos tienen un efecto nefasto al reproducir un sentido común que nos hace ver como personas enfermas, incapaces de tomar decisiones de forma autónoma, de desarrollarnos de manera independiente, ligadas al padecimiento y que no aportan al desarrollo de la sociedad, contribuyendo a perpetuar la lástima pública y las actitudes conmiserativas. Este es el efecto concreto que produce la industria benefactora, en realidad industria discapacitadora.
Exigimos que se ponga fin al uso y abuso del cuerpo, las emociones y la historia vital de nuestras niñas y niños para captar recursos de un público que ignora el uso que se hace de los dineros que entrega. ¿Qué hacía el Sr. Délano, ejecutivo de PENTA, como director en una de las más grandes industrias benefactoras? ¿Quién controla lo que señores como éste, deciden y hacen en las empresas que se enriquecen con esta y otras campañas?
Somos sujetos de derechos, no objetos de la caridad ajena. Exigimos el pleno goce y ejercicio de nuestros Derechos. Somos capaces de auto-representarnos, y no requerimos de otro que dirija nuestras acciones o actúe por nosotros. No estamos dispuestos a seguir dependiendo de la buena voluntad de las otras personas; reivindicamos la toma de conciencia sobre nuestros Derechos y el deber que el Estado y la Sociedad tienen de garantizarlos.
Rechazamos que se siga perpetuando el tratamiento lastimoso y caritativo de la discapacidad bajo excusas como “somos todos”, que encubren el verdadero carácter ideológico y mercantil de estas campañas.
Tenemos derecho a la creación y al uso de los bienes materiales y culturales. Somos hombres y mujeres, niños y niñas, actores, creadores, estudiantes, trabajadores intelectuales, artistas y artesanos, dirigentes sociales y políticos, deportistas, profesionales. Orgullosos y dignos.
“La discapacidad NO ES el problema de individuos que no son capaces de adaptarse al desarrollo de la sociedad moderna, sino, por el contrario, demuestra el FRACASO DE UNA DETERMINADA SOCIEDAD QUE NO Se AJUSTA A LAS NECESIDADES y requerimientos de sus ciudadanos.”
ES EL TIEMPO DE empezar a hacer las cosas por nosotros mismos. Se trata de nuestra DIGNIDAD
Es el tiempo de EXIGIR NUESTROS DERECHOS
De nuestra AUTONOMÍA, de nuestra LIBERTAD, de nuestra EMANCIPACIÓN
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Rodrigo A. Leuthner Romero (@BlafKing)
11 de Noviembre de 2014
San Fernando, Chile.